A veces los comienzos de nuevas series son un poco sosos por multitud de razones, pese a que haya un ligero atisbo de potencial. Eso es la sensación que se nos ha quedado tras leer los seis primeros números de Simon Dark en el primer tomo (de tres) que ha lanzado ECC Ediciones bajo el título Simon Dark – El Fantasma de Gotham City.
Con guión de Steve Niles y dibujos de Scott Hampton, podemos decir que esta serie se aleja ligeramente del Universo DC en el que teóricamente está ambientada. Es cierto que todo transcurre en la ciudad de Gotham, pero es más por la fama y estética oscura de la ciudad que por intención alguna de integración con el resto del panorama de la editorial.
Como bien comentan en el epílogo incluido en el tomo, esta historia pretende ser una especie de historia de terror basada en la reinterpretación moderna del mito del monstruo de Frankenstein, aunque obviamente adaptada a los tiempos que corren y al universo en el que se mueve. Por tanto, tenemos a un protagonista, Simon Dark, que parte como una leyenda para el barrio de Gotham en el que vive, pero del que todos los vecinos conocen su verdadera existencia. Simon es un «monstruo» con poder sobrehumano hecho a partir de trozos de personas, con apariencia de un chaval de 18 años y con mentalidad de un niño de 10, que ayuda a la gente que le rodea sin que le importen los métodos (más por ingenuidad que por otra cosa).
Para mi gusto, la mentalidad infantil del protagonista le resta atractivo y oscuridad, transformando al monstruo en algo que, en lugar de dar miedo, inspira ternura y acabando dando pena. Paradójicamente, el atractivo de todo lo que nos presenta Niles en los primeros números está en los personajes secundarios. Por un lado tenemos a una médico forense que es un claro perfil de mujer guerrera, perspicaz y echada para adelante, y por otro lado a un carismático detective que anda siempre saltando de un lado al otro de la línea que separa el bien del mal. Por último, se une a la mezcla una joven que parece simpatizar con Simon, un clásico personaje que se encariña del ser incomprendido, y por el que el propio monstruo siente afecto.
Como no puede faltar en toda historia de terror de atmósfera tétrica e inquietante, se destapan como villanos los miembros de una oscura secta de la que, por el momento, solo sabemos que buscan hacer una serie de sacrificios y que van tras algo bastante gordo. Obviamente, se cruzan con Simon Dark y ya os podéis imaginar por dónde van los tiros.
Como dije al comienzo, uno de los peores puntos de estos números es que no consigue transmitir la terrorífica sensación que pretende, consiguiendo incluso en algunos momentos todo lo contrario. Tampoco se lleva muy bien que la introducción, presentación y puesta en marcha dure prácticamente los seis números, dando lugar a lo que puede parecer una pérdida de tiempo y de recursos. Al menos el autor va intercalando estas puestas en escena con flashbacks que nos van insinuando detalles del origen de Simon, nada original pero que atrae por la intriga que se genera al lector saber de dónde viene tal engendro.
Al contrario que la narración y la puesta en escena, que me han dejado ligeramente indiferente, los dibujos sí que han conseguido transmitirme lo que seguramente buscaba Scott Hampton. Todo es muy oscuro, tanto que a veces se llega al punto en que la única nota de color es el rojo del jersey de Simon. El propio Simon es un auténtico monstruo, con una vestimenta muy a lo «Cuervo» y una máscara que mete miedo, y los trazos del dibujante tienen un deje a lo Tim Burton que, obviamente, vienen muy al pelo.
En resumen, tengo que decir que siento una ligera decepción con esta serie con respecto a lo que me esperaba. Sin embargo, dada la temática, lo carismático de algunos personajes y las capacidades de Niles, mantengo la esperanza de que la cosa mejore en los próximos capítulos.