Después de una extensísima etapa de más de 20 años al frente de Hellblazer en el sello Vertigo, el detective de lo paranormal y experto en magia negra John Constantine se renueva para dar salto al Universo DC en los Nuevos 52 (algo que también hemos visto con, por ejemplo, la Cosa del Pantano), primero como líder de la Liga de la Justicia Oscura, y ahora ya con su propia serie regular.
Es cierto que Constantine ha sido siempre un personaje con carisma, querido por los lectores y amado por los directivos de la editorial. No en vano, fue creado por un Alan Moore en sus mejores tiempos. Pero también es cierto que últimamente venía necesitando un buen empujón, y es por esto por lo que desde DC decidieron que ya era hora de explotar todo su potencial. Y ojo, que no solo en los cómics, como demuestra esa serie de televisión que se parece estar desarrollando.
Ahora, gracias a ECC Ediciones, tenemos en España un primer tomo que recopila los primeros cuatro números de la serie individual del personaje, que cuentan con guión de Jeff Lemire y Ray Fawkes, a los que acompaña Renato Guedes en los dibujos. Como véis, un equipo creativo de lujo para intentar llevar a Constantine a lo más alto del Universo DC.
La primera duda que nos puede surgir ante esta colección es cómo puede ser la integración de este personaje en un universo repleto de superhéroes. Constantine viene de un sello editorial dirigido a público más adulto y serio, y su entorno y ambiente están enfocados a una temática más paranormal que superheroica. De hecho, el personaje comparte dos actitudes que, lamentablemente, para nada se asemejan a lo que recordamos de Hellblazer. Por un lado vemos su novedosa faceta en La Liga de la Justicia Oscura, donde está continuamente rodeado de superhéroes, interactuando con ellos y luchando junto a ellos, y a veces también contra ellos. Y por otro lado vemos lo que tenemos entre manos, un personaje superficial, pasota, poco profundo y temerario que se convierte en un típico antihéroe que tanto gusta al lector.
A pesar de actuar sobre un decorado que nos recuerda a antaño, nada más lejos de la realidad. Y me explico: en estos primeros números se narra la historia del enfrentamiento entre Constantine y una organización de hechiceros que buscan un artefacto muy poderoso. Esto y la clásica narración de “voz en off” detectivesca propia del personaje, nos hacen recordar tiempos mejores. Sin embargo, a la hora de la verdad, nos encontramos con que ya no está ahí el maldito cerdo sin escrúpulos que resuelve los problemas de la forma más bruta y con desdén. No sabemos si es por su nuevo estatus en un universo menos “libre”, si es por el nuevo enfoque que se le ha querido dar a propósito para escapar del pasado, o si es porque los autores no han sabido recuperar su esencia. El caso es que nos quedamos con una especie de James Dean sin poderes, en lugar de recuperar a nuestro degenerado favorito en plan Dr. House.
Ahora bien, si dejamos de hacer comparaciones y nos centramos en el recién nacido, quizás la cosa no esté tan mal. Es cierto que se nota el trabajo previo de Fawkes en lo sobrenatural, algo que ayuda a adaptar la obra no a los tiempos que corren, sino al nuevo marco en el que debe desarrollarse dentro del Universo DC. La lectura resulta apacible y entretenida, y no solo consigue dejarnos buen sabor de boca, sino que provoca ganas de más. Sí, a Constantine le han atado en corto, pero sigue siendo un antihéroe de los que nos gustan.
El apartado gráfico es bastante notable, pero diferente al mismo tiempo. Guedes dota a la obra de una perspectiva que se aleja de los clásicos cómics de superhéroes, pese que ahora nuestro protagonista se encuentra inmerso en su universo. Esto ayuda a elevar aún más esa sensación y ambientación “paranormal” que debe llevar consigo la serie, y si sumamos la gran cantidad de detalle con la que cuenta el estilo de Guedes, nos encontramos con que no solo está a la altura, sino que se merece una mención positiva aparte.
En definitiva, tenemos un lanzamiento que inevitablemente nos lleva a intentar rememorar tiempos pasados, provocando comparaciones inevitables. Pero si conseguimos quitarnos los recuerdos de la cabeza, la serie que tenemos entre manos, el “nacimiento” de Constantine en los Nuevos 52, se presenta como algo prometedor que posiblemente dará bastante que hablar.