El guionista Alan Davis, que aquí también le pega a los dibujos, ya lo dice en la introducción del tomo, y es que todo lo que quería era, sin más, contar una historia clásica con los héroes clásicos en su mundo clásico de la Edad de Plata de DC Comics. Para ello, nada mejor que Otros Mundos, esa línea editorial en la que todo tipo de autores cuentan todo tipo de historias alternativas que no tienen cabida dentro de la cronología principal.
Así nació La Liga de la Justicia de América: El Clavo, una miniserie que originalmente se publicó en tres números, y que ahora ECC Ediciones nos ofrece de nuevo en una edición perfecta para todo aquel que aún no la haya leído.
Todo comienza con lo que da título a la obra, un clavo, que como bien dice una antigua cantinela, puede cambiar el curso de la historia pese a su reducido tamaño. En este caso, ese clavo se tropieza con el coche de los Kent, o más bien se tropieza el coche con el clavo, propiciando que Jonathan y Matha no acaben conociendo y adoptando a Kal-El. Esto da lugar a que Kal-El no se convierta en Clark Kent, ni en Superman, y eso desencadena una serie de acontecimientos que hacen que el mundo sea total y absolutamente diferente a lo que podría haber sido.
Pese a que no existe Superman, sí que han ido apareciendo otros superhéroes y villanos que todos conocemos, e incluso han formado una Liga de la Justicia en la que podemos encontrar a Batman, Wonder Woman, Flash, Aquaman, Hawkgirl, Detective Marciano, Átomo y Linterna Verde. Obviamente, todos luchan por hacer el bien, pero pronto se encuentran con que eso podría no ser suficiente.
La trama principal que nos cuenta Davis parte de un Lex Luthor que, sin su súper enemigo, se ha establecido como el personaje más valorado, inteligente, popular y querido de Metrópolis. De hecho, es re-elegido Alcalde de la ciudad, y lo consigue a base de una gestión envidiada por el resto del mundo, en la que no hay problemas económicos, sociales, criminales ni nada que se le asemeje. Pero como se trata de Luthor, todo lo bueno se queda en apariencias, y su megalomanía se pone rápidamente de manifiesto cuando la historia nos revela que la política del Alcalde gira en torno a un sentimiento anti-metahumano.
En realidad, esto podría no suponer ningún problema. Si Metrópolis no quiere superhéroes, que no los tenga, la ciudad tampoco parece necesitarlos. Sin embargo, Luthor no se conforma con eso, y comienza a lanzar una campaña a nivel internacional en contra de los superhéroes, intentando desprestigiarlos con métodos dudosos, trampas y engaños para intentar dejarlos mal ante la sociedad. Y todo ello contando con el apoyo de los medios de comunicación, que manipulan la información para dar a los espectadores impresiones equívocas.
Resumiendo todo esto, podemos decir que da comienzo un proceso pseudo-homófobo contra la gente con poderes afirmando que son alienígenas, que solo quieren el poder, que sus actividades no son desinteresadas y que tarde o temprano conquistarán la Tierra. Lo peor de todo es que, dejando de lado las triquiñuelas, algunos superhéroes sí que son alienígenas, como el Detective Marciano y Hawkgirl, y eso es algo que no ayuda demasiado. No es que sea una premisa demasiado original, esa de que la gente teme a quien en realidad les protege, pero quizás nunca la habíamos visto en DC de este modo.
Pero la cosa no se queda ahí. A medida que avanza la trama, vamos descubriendo que esta conspiración para dinamitar la confianza en los héroes tienen un alcance mucho mayor. Algunos villanos son equipados con armamento alienígena poderoso, otros son arrasados, varios grupos de metahumanos son capturados por fuerzas extrañas, y un campo de fuerza que impide la entrada y la salida del planeta rodea la Tierra. Todo va cobrando mucha más escala poco a poco, mientras los principales héroes van sucumbiendo y van siendo derrotados o, simplemente, abandonan.
Cómo continúa la historia a partir de aquí es algo que mejor que no os contemos para que seáis vosotros mismos los que descubráis el desenlace. Lo que sí que podemos decir es que, en esta obra, nos encontramos a un Alan Davis en plena forma que homenajea, como él mismo bien dice, a todos los héroes de DC Comics con los que pasó su infancia. De hecho, tanto por ambientación, personajes, estilo narrativo y dibujos, este cómic bien podría haber sido escrito en plena Edad de Plata, haciéndonos rememorar lo que para muchos fue una época muy destacable dentro del cómic americano.
Es cierto que al cómic le cuesta arrancar, pero a medida que avanza es toda una sorpresa descubrir por dónde van los derroteros, generando alguna que otra sorpresa y presentando varios giros inesperados en la trama. También es curioso ver las nuevas vuelta de tuerca aplicadas a algunos personajes, que en ocasiones guardan ciertos paralelismos con los tradicionales y en otras son completamente diferentes, todo provocado por ese clavo del que hablábamos al principio.
Un gran punto a favor de la obra es que el propio Davis se encarga también de los dibujos y nos regala uno de sus mejores trabajos de su carrera, y eso no es moco de pavo. No es nada sencillo imitar el estilo de dibujo de toda una época, y mucho menos hacerlo adaptándolo a los nuevos tiempos, dejando además tu propia marca personal. Pero Davis lo consigue, y una buena muestra de ello es que la primera sensación tras coger el cómic por primera vez nos lleva a pensar que estamos ante una obra que parece mucho más antigua de lo que es en realidad.
Para terminar, solo puedo decir que esta obra merece la pena sí o sí. Todo aquel que le guste el saborcillo clásico y que sea fan de DC Comics se quedará muy a gusto después de esta lectura, y nada mejor que tenerla de nuevo bien apañada en un tomo. Pero lo que es mejor, cuenta con una muy buena historia y muy buenos dibujos, conformando un buen pack de lo más completo. Como anécdota, comentar que esta miniserie es tan solo la primera de una especie de trilogía con la que Davis estiró esta realidad alternativa, completada con La Legión de Superboy y Otro Clavo, que esperamos ver pronto re-editados por ECC Ediciones.