Como muchos sin duda sabréis, The Flash -la nueva serie de CW, vendida como un spin-off de Arrow– tiene previsto su estreno para el 7 de Octubre. Sin embargo, el capítulo piloto lleva algunos días circulando por internet (hoy en día es sumamente complicado mantener la confidencialidad a través de la red, y sino que se lo digan a Tarantino y su nuevo proyecto), y desde Espacio DC hemos decidido adelantarnos a la fecha de emisión del capítulo y traeros en primicia nuestra reseña del mismo.
Cabe decir que The Flash, pese a contar con las rueditas de apoyo que es Arrow, consigue el mérito nada despreciable de echar a volar con un estilo distinto al del árbol bajo el que se cobija. Y es que, por mucho que insistan en llamarlo “spin-off”, The Flash no es tal. Y no lo es en el sentido estricto del término, porque un spin-off, al menos como lo conocemos hoy día, es un proyecto de ficción derivado de una historia ya en carrera -chiste de la casa- que ahonda de manera exhaustiva en uno de los personajes de la serie madre. Unos ejemplos clásicos son 7 Vidas y Aída, Friends y Joey, o Buffy Cazavampiros y Ángel.
Pero The Flash no sigue este patrón. Barry Allen no es un secundario habitual en Arrow ni muchísimo menos. Cuando los peces gordos de CW y DC planeaban hacer una nueva serie basada en un personaje de cómic, lo hicieron obviando la idea del spin-off. Un spin-off sería si la serie tratara sobre Diggle o Sara Lance en su papel de Canario Negro. Aquí, los creadores de The Flash (dos de los tres creadores, casualidad o no, son dos de los tres creadores de Arrow) apostaron a una carta más grande. Más ambiciosa, y por tanto, más arriesgada. Presentaron al protagonista de su nueva serie, es decir, a Barry Allen, en la misma Arrow. Insisto en destacar el enorme riesgo que corrían -y corren- los productores con The Flash, porque no tienen baremo para medir el éxito que puede acarrear la serie. No han visto el efecto de Barry Allen en el público, pues tan solo se paseó por Arrow durante dos o tres capítulos.
Y aun así, The Flash lo parte. No es Arrow, ni mucho menos, pero es que aquí está la gracia. En que la historia, el tono, es distinto. Sí, comparten matices, la realización es similar, los guiones se asemejan en estructura. Pero The Flash cuenta con un sabor propio. Eso significa que a alguien que no le guste Arrow puede gustarle The Flash, y viceversa. Salvando las distancias, siempre pareció evidente que Arrow bebía de la trilogía de El Caballero Oscuro. Pero si tuviera que comparar The Flash con algo ya visto, sin duda seria con la vieja trilogía de Spiderman de Sam Raimi. De hecho, hay multitud de similitudes con la primera cinta de Spiderman y con el piloto de The Flash. El mismo protagonista (Barry Allen) nos recuerda al Peter pardillo de entonces: un escuálido muchacho castaño, con gafas y ojos claros, que es carne de cañón para abusones, pero con un don para la ciencia. La chica amiga de la infancia que es el amor imposible, un carácter bonachón del protagonista…
No soy un entendido en el background de Flash (el de los cómics), como tampoco lo soy de Arrow. Asumo que soy el tipo de público mayoritario al que va dirigida la serie: alguien a quien le gusta el género superheroico, que ha oído hablar de los personajes, pero nunca ha tenido un conocimiento exhaustivo de los secundarios, de los villanos o de las tramas que se nos narran. Así enfoco esta reseña, y por ello me ha parecido todo un acierto la presentación del piloto, donde en poco más de cuarenta minutos nos sitúa el trío de guionistas (entre los que se encuentra el genial Geoff Johns, gurú de DC donde los haya) un protagonista potente, con conflictos e inseguridades con el que fácilmente empatizamos.
Es simple: Barry Allen te cautiva. Grant Gustin, el actor que encarna a Barry, es una elección idónea. Desprende humanidad, consigue que te encariñes con su personaje desde el minuto cero. Quieres que triunfe, y sabes que cuando lo haga te alegrarás con él, como sabes que te entristecerá verlo perder.
Barry Allen es un personaje tan opuesto a Oliver Queen como lo son las series The Flash y Arrow. Mientras que en Arrow el musculado Stephen Amell nos brinda tramas de thriller, acción oscura y batallas con estudiadas coreografías, en The Flash la violencia no parece tener un peso significativo. Sí, hay acción, pero es distinto. Más suave, más sutil. Al fin y al cabo, Barry Allen no ha dado un puñetazo en su vida. Prima la investigación -con lectura de pistas en pantalla al más puro estilo Sherlock– y sobretodo, es una serie mucho más luminosa y colorida que Arrow. Es casi como si quisieran asociar Arrow con la noche y The Flash con el día; en el piloto, casi ninguna escena acontece de noche. Parece lógico des del punto de vista estético, pues el traje rojo de Flash no reluce tanto con la falta de luz, pero no deja de ser un elemento más de esa clara distinción entre ambas series.
¡Atención, spoilers!
Quien haya visto ya el tráiler extendido del capítulo piloto, de más de cinco minutos de duración, pocas sorpresas encontrará que no haya intuido.
La introducción, en un símil más con la primera película de Spiderman, arranca con la voz en off de Barry contándonos su historia. Incluso la banda sonora es muy parecida. Épica, de cuerdas, muy acertada cuando vuelve a sonar en la confrontación final.
Ya en Arrow se nos narró lo que sucedió en la infancia de Barry; un velocista entró en casa de los Allen y asesinó a la madre de Barry ante la mirada de éste. Y Barry, sin saber cómo, apareció varias calles abajo en un instante. Todo nos parece indicar que fue el asaltante quien se llevó a Barry lejos, pero aquí el prisma cambia. Hay más detalles; y es que el padre de Barry recita el que parece ser el leitmotiv de la serie: ¡Corre, Barry, Corre! Y entonces, ¡zas!, Barry se encuentra lejos de casa. ¿Solo a mí me ha parecido que quizá el pequeño Barry ya contaba con estos poderes antes de que ocurriera el relámpago?
Curioso es también el nacimiento de Flash. Y digo “nacimiento” porque no me parece casualidad que entre el accidente en los Laboratorios S.T.A.R. y el despertar de Barry transcurran nada menos que nueve meses.
Cabe destacar que, aun siendo un simple capítulo introductorio, este piloto de The Flash cuenta con algunos momentos muy acertados. Que te emocionan (y sorprenden. Atentos al nº 4). Aquí está top 5 de momentazos:
5.- Barry visita a su padre en la cárcel… un ejemplo de buen hacer del actor protagonista.
4.- El epílogo con el doctor Wells me recuerda a aquellos finales inexplicables de Lost.
3.- La cara del policía West al ver lo que Barry puede hacer, con todo lo que ello significa.
2.- El encuentro con Arrow te hace componer una sonrisa sí o sí. Magnífico el detalle de que era a Oliver a quien Barry contaba la historia.
1.- Flash, ya con traje, corriendo a contra viento para detener el tornado, y el doctor Wells se retracta diciendo el ya célebre: ¡Corre Barry, corre!
No puedo más que aplaudir al equipo de efectos especiales. No se dedican tan solo a pasar las tomas por after effects; el movimiento del atrezo ante la velocidad de Flash, las tomas a cámara lenta, y sobre todo, la escena de Barry frenando y su chaqueta casi prendiendo en llamas. Pronto, en diez años a lo sumo, la calidad gráfica de las series alcanzará a la de las películas. Aquí tenemos la prueba.