[Reseña] La Cosa del Pantano de Alan Moore Nº 2

La Cosa del Pantano de Alan Moore Nº 2

Si una obra maestra es una obra maestra, será porque es maestra ¿no? Pues así venía siendo todo lo que tocaba Alan Moore hace unos cuantos años, y uno de sus primeros éxitos fue precisamente este, La Cosa del Pantano.

En el tomo La Cosa del Pantano de Alan Moore Nº 2, ECC Ediciones nos trae The Saga of the Swamp Thing Nº 28-34 y el Annual Nº 2 USA, que son continuación directa de lo recopilado en el primer tomo. Aquí, Moore ya está más asentado, ya tiene control total y ya maneja las riendas de la colección y el personaje principal como si llevase toda la vida haciéndolo.

El tomo, aunque incluye más cosas de lo más variopintas y psicodélicas al más puro estilo Moore, gira principalmente en torno a una gran historia en la que Arcane regresa al mundo de los vivos para conquistar, destruir y someter. Su presencia se va revelando poco a poco encubierta en el marido de Abigail Cable, y solo se descubre totalmente cuando esta se da cuenta de que hay algo que no cuaja. Todo deriva en la derrota de Arcane a manos de la Cosa del Pantano, pero no sin antes haber condenado al infierno el alma de Abigail. Tenemos, hasta aquí, una genial historia de terror clásico donde hay demonios, asesinos, violadores, pederastas, muertos vivientes y una figura que actúa como si fuese el mismísimo diablo. Es este, precisamente, uno de los aspectos que más se han destacado de la obra con el paso de los años.

Pero es aquí donde empieza lo realmente interesante, ya que la Cosa del Pantano decide que la condena del alma de Abigail no es justa, y se embarca en una aventura que le lleva directamente el mismísimo infierno. Gracias a la ayuda de Deadman, el Fantasma Errante y el Espectro, la Cosa del Pantano llega a su destino, donde Etrigan le ayudará a recuperar lo que ha ido a buscar, no sin problemas. Veremos pues, siempre con el estilo onírico de Moore, como nuestro protagonista va pasando por fases y superando obstáculos hasta completar la misión.

Aparte de esta historia, tenemos pequeños fragmentos de historias auto-conclusivas, como la inmersión de Abigail en el mundo de los sueños, donde conoce a los Caín y Abel de The Sandman, o las enormes historias donde la Cosa del Pantano corta sus vínculos con el pasado enterrando el cuerpo de Alec Holland, y donde él y Abigail abren sus corazones y sus mentes para declararse amor mutuo. Solo por estas dos historias merece la pena este tomo, e incluso me atrevería a decir que también el anterior y los que estén por venir.

Destaca el hecho de que con esta obra decidiesen pasarse el sello de la Autoridad del Código de los Cómics por el forro, dando lugar a elementos “censurables” como sexo, palabras malsonantes o, sobre todo, escenas desagradables vinculadas con sangre, muertos y demás. Obviamente, esto fue todo un acierto, ya que ayudó a dar a la historia un toque mayor de realismo y autenticidad, algo totalmente necesario para un género de terror en el que pretendía entrar esta serie.

Lo cierto es que me gustaría ser una persona con más profundidad y expresividad a la hora de reseñar estos materiales, porque siendo sincero, me resulta bastante imposible describir la sensación al leer estas páginas. Estamos ante algo distinto a todo lo demás, algo que va mucho más allá de un simple cómic, de simples dibujos, de simples palabras… Me parece de una calidad brutal que no deja indiferente a nadie, y cada combinación de arte y expresión implica mucho más de lo que parece a simple vista. Normal que Moore llegase a lo más alto.

Lamentablemente, las grandes historias de los cómics no suelen ser recordadas si no van acompañas de unos dibujos en concordancia. En este caso, la labor recae en los lápices de Stephen Bisette y John Totleben, y posteriormente en menor medida en Rick Veitch. Obviamente, el aspecto visual varía en función de quién de los tres esté dibujando, pero si hay un denominador común entre todos ellos, es la búsqueda de plasmar de la forma más diferencial posible las ideas y la narrativa de Moore. Los dibujos de esta etapa de la Cosa del Pantano son diferentes a todo lo demás, cargados de la oscuridad y dureza propias de una serie de terror, pero muy desviadas hacia la locura y la psicodelia. Si ya el guión no lo es apto de por sí, por su contenido y su elaboración, los dibujos escapan de un público casual o infantil.

Tanto por el trabajo del señor Moore (bueno, sobre todo por el trabajo del señor Moore) como por los dibujos de quien le acompañan, este tomo puede ser considerado sin miramientos como una obra maestra, igual que lo es el tomo anterior e igual que lo serán los siguientes.