Como era de esperar, el tomo de ECC Ediciones Batman Eterno Nº 3, que recopila Batman Eternal Nº 9-12 USA, continúa las cosas tal y donde se dejaron en el tomo anterior, o lo que es lo mismo, continúa el caos en la ciudad de Gotham causado por la vuelta del mafioso Carmine Falcone.
Como ya sabemos, Gordon se encuentra detenido por un atentado que no cometió, mientras su puesto lo ha ocupado un tipo aliado con Falcone cuyo principal objetivo es capturar a Batman y hacer la vista gorda ante los actos delictivos de su socio. Falcone, por su parte, ha encontrado resistencia en el Pingüino, desatándose así una guerra de bandas que asola la ciudad y la convierte en zona de guerra.
Puestos ya en situación, a Batman (o más bien a los guionistas Scott Snyder, James Tynion IV, John Layman, Ray Fawkes y Tim Seele) no se le ocurre nada mejor que dejar Gotham tal y como está, y marcharse a Hong Kong para intentar conseguir información acerca de Falcone. Allí, además de lidiar con el líder de la mafia local, entrará en contacto con un miembro de Batman Inc. y con alguien relacionado con Aflred Pennyworth que dará que hablar para futuras entregas.
Eso por un lado, porque por otro tenemos a Batgirl, que continúa investigando por su cuenta y lidiando con el hecho de que su padre esté retenido y vaya a ser juzgado por un asesinato múltiple, un juicio que, por cierto, también da comienzo en este mismo tomo. Pero Bárbara no es la única protagonista femenina de estas páginas, ya que en el número que se centra más en el aspecto mafioso de todo este embrollo, Catwoman mete la zarpa para intentar evitar que Falcone se salga con la suya. Curiosamente, aparecen de nuevo por medio el Profesor Pyg y su banda, dando un golpe de efecto al secuestrar a la propia Catowman y, sorprendentemente, al señor Carmine Falcone.
Tal y como deseábamos que pasase, todas las historias secundarias comienzan a ganar en importancia y a relacionarse en mayor medida con la historia principal. Aunque lo normal era esperar que las tramas de cada uno de los guionistas se fuesen por los cerros de Úbeda, está claro que algún beneficio tendría que tener la división del trabajo en varias manos. Y en efecto, ahora comenzamos a ver esos beneficios, que se reparten en historias secundarias más consistentes que, con un pequeño esfuerzo, comienzan establecer lazos.
Lamentablemente, pese a la mejoría, no se logra superar esa sensación de independencia, de poca rigidez y de libre albedrío, con historias que deberían estar aún más entrelazadas y que, a fin de cuentas, no son nada del otro mundo y rebosan de tópicos. Pero si los guiones dan esta sensación, los dibujos llegan al siguiente nivel. El baile provocado por Guillem March, Ian Bertram, Mikel Janin y Riccardo Burchielli, cada uno con su estilo (alguno mejor que otro), confunde de tal manera que llega un momento en el que no sabes si estás leyendo la misma serie o series diferentes. Teniendo esto en cuenta, y juntando los dos aspectos, la sensación de tramas deslavazadas se multiplica por diez, y si ya la historia no es sobresaliente, el todo en general se presenta como algo mediocre, quizás entretenido, que apenas invita a seguir adelante.
Ahora bien, igual que hemos visto una pequeña mejoría respecto a los dos tomos anteriores, quizás quepa esperar una mejoría aún mayor para el siguiente tomo. Quedaremos pues a la espera de ver qué sucede.