Hace algunos meses, con la conclusión de la tercera temporada de Arrow, la serie parecía abocada al desastre. Los sinsentidos se sucedían uno tras otro. Apenas importaba la caracterización de los personajes, e incluso algo tan vital en la serie como la adrenalina y la acción padecían ya síntomas de una enfermedad incurable.
Por ello, sorprende y mucho la resurrección de Arrow. Esta cuarta temporada ya no es una promesa de mejoría. De hecho, me atrevería a decir a que ninguna otra etapa ha arrancado con tanta garra, con tanta calidad. Porque sí, “calidad” es la palabra que estoy buscando.
Claro que Arrow no ganará nunca un Globo de Oro. No es a ese tipo de “calidad” al que me refiero. Aquellos que la seguís semana a semana sabéis de lo que hablo. Hablo del 4×05.
Ningún capítulo de ningún serial es perfecto, pues la perfección es siempre algo volátil y subjetivo. Sin embargo, aquellos que incidimos en la debacle que fue la tercera temporada debemos ser los primeros en aplaudir y laurear los méritos de la Arrow actual. Y aunque el episodio que nos ocupa no es perfecto, sí es cierto que se acerca mucho a la perfección (entiéndase, dentro del contexto de la serie).
De entrada, y especialmente para aquellos que una semana tras otra os molestáis en leer estas líneas, no puedo más que quitarme el sombrero por el -esta vez sí- trato dado a Laurel. Por fin. No sé si será un espejismo, o este acercamiento al personaje se alargará más allá, pero esta es la senda. Todo un logro el despertar en mí interés por Laurel en escasos 40 minutos. Y es que, como bien dice ella, todos sufrimos con la familia de Oliver, pero a nadie le importa la suya. Humanidad en estado puro.
El trabajo que han hecho los guionistas con Laurel es doblemente genial si lo miramos con la perspectiva adecuada (y es aquí donde se aprecia más esa “pseudo-perfección” de la que hablaba). Como sin duda sabéis, Arrow cuenta con un amplio abanico de secundarios que difícilmente tienen cabida en cada capítulo de la serie. Os invito a que lo analicéis. Para liberar presión en las tramas hay episodios donde un personaje u otro puede aparecer, pero no consta de historia propia. A veces, Diggle se limita solo a soltar un par de tiros, o Felicity a hackear un satélite, y poco más. Y estos dos son de los importantes. Habitualmente son Laurel, Lance y a veces Thea los que tienen una presencia testimonial. Precisamente por este hecho, este capítulo roza la perfección: porque todos los secundarios que aparecen en él -todos, toditos- aportan algo a la trama. Mirad, seguidme un ratito más.
– Laurel no es el único caso en este 4×05. Ella mantiene una relación de hermana mayor con Thea, una vía que me agrada y espero que ahonden más en ella. Thea y su culpabilidad por matar a Sara -genial la búsqueda de Sara de chicas como Thea-, y cómo está dispuesta a morir por corregir sus errores. Por cierto, impecable la secuencia de Thea contra Sara en el piso de la pequeña Queen. Sara en modo killer luce genial.
– Felicity. Nuestra rubia favorita no solo tiene tiempo de ayudar a la búsqueda de Sara, sino que también tiene lo suyo con las últimas palabras de Ray. Curtis y ella forman un tándem efectivo, y aunque las perspectivas de ver a un Ray Palmer en modo Ant-Man no me acaban de agradar, supongo que es necesario para dar paso a Legends of Tomorrow.
– Diggle y Lance. Curiosa mezcla. Dos de los personajes más potentes de Arrow -siento debilidad por ambos, qué le voy a hacer- se unen con un objetivo en común: obtener respuestas por el asesinato de Andrew, el hermano de John. Al final parecen encontrar lo que buscan… aunque ello no sea del agrado de John.
– Oliver y su campaña política. Todo candidato necesita una asesoría, y Oliver no podía ser menos. Más que eso, la genialidad de la jugada es el haber unido esta sencilla idea con la amistad que une a Oliver y Laurel. Laurel podría dañar la reputación de Oliver, pero es Thea quien insta a su hermano a que no abandone a sus amigos. Bravo.
– ¿Te parecen pocas tramas para un capítulo? Pues aún no hemos acabado: la resurrección de Sara. Con todos nuestros “habituales” ya ocupados con sus propias historias, el capítulo aún nos brinda dos sorpresas más. Una es la incorporación de Sara, más parecida a un Terminator en busca de Thea Connor. Quizá fue algo pobre cómo plasmaron el limbo en el que se encuentra el alma de Sara, y de ahí que use el “casi” antes de “perfecto”, para referirme a este episodio.
– Y la estrella invitada. Por si creías que el capítulo no venía cargadito, los mandamases se permiten el lujo de incorporar a John Constantine como estrella invitada. Bien es cierto que el personaje no brilla como es debido, pero un Constantine algo descafeinado siempre le dará mil vueltas a cualquier otro personaje. Además, y un poco a modo de disculpa, este 4×05 retrata los problemas de la totalidad del elenco coral de la serie, y sería injusto reprochar la “escasa” participación de Constantine precisamente por este motivo.
Buf. Permitidme que coja aire.
Todo cuanto he plasmado en estas líneas quedaría perfectamente resumido así: un capítulo redondo, muchísimo más meritorio una vez empiezas a sacarle todo el jugo que tiene -y tiene un montón-. De momento, y a falta de ver el resto de la temporada, este 4×05 se erige como el rival a batir para lograr el título de “mejor episodio de la temporada”. Veremos si alguien lo consigue.
Y como siempre, lo mejor y lo peor que nos ha dejado el universo televisivo de DC. Aunque ésta ha sido una semana sensacional, todo sea dicho.
Lo mejor:
– John Constantine. No ha brillado como debería, cierto, pero el tipo, aún huérfano de serie, sigue molando un montón. Espero que su presencia no se reduzca a un cameo.
– El nuevo Harrison Wells. ¡Y con este ya van tres! Y lo mejor es que cada uno mola más que el anterior.
– La especialista de Thea. Esta chica tiene las mejores coreografías. Toda una atleta.
– La cita de Barry a “oscuras” con Patty… ¡con Cisco en el oído!
Lo peor:
– El limbo donde se encuentra el alma de Sara. Que no es que sea “malo”, pero podría haber estado mejor.