Una de las esperas más largas a la hora de leer un cómic ha terminado con la publicación del tomo Injustice: Gods Among Us – Año Uno Nº 2 por parte de ECC Ediciones, que cierra temporada con los números del 7 al 12 y el primer anual USA.
Ya lo sabíamos por el videojuego, pero a medida que avanza la trama nos vamos distanciando más y más de lo que está establecido para los personajes protagonistas. La eterna pregunta a qué pasaría si Superman se desviase de su caminuto de bondad y rectitud se ve respondida de forma magistral en estas páginas, y si ya vimos al Hombre de Acero cruzar la línea al matar al Joker en el primer volumen, en este tomo la cosa no se limita únicamente al bando de los villanos. El héroe más poderoso de la Tierra está decidido a acabar con todo el mal en la Tierra, y lo va a hacer cueste lo que cueste, mediante el medio que sea, y arrasando con todo o todos los que se le pongan por delante.
La transformación de Supes se va viendo de forma paulatina gracias a un trabajo sublime de Tom Taylor. El guionista hace una labor encomiable tanto en la trama como en los diálogos, con conversaciones que no tienen desperdicio y una forma de hilar detalles que hacía tiempo que no se veía en cómics de la Liga de la Justicia. Rodeando a Superman vemos a héroes que le apoyan, como Wonder Woman, desvelando así su verdadera naturaleza; mientras, otros se oponen con trágicas consecuencias, como Batman y su equipo. En el medio, están los indecisos, que apoyan a uno u a otros pero con reservas, o que incluso se permiten el lujo de traicionar y cambiar de bando.
Pero la cosa no se queda ahí, porque este cambio en Superman nos lleva a ver momentos en los que el kryptoniano pierde los nervios, totalmente desquiciado y paranoico por la muerte de Lois, momentos en los que ni siquiera sus padres adoptivos pueden hacerle ver la realidad, y en los que ni siquiera puede frenarse para no matar a puñetazo limpio a un compañero.
De esta forma, la labor de ayuda y apoyo contra grandes amenazas que llevaban a cabo los superhéroes se ve transformada en el embrión de una dictadura en la que Superman pincha y corta todo el bacalao. ¿Que surge algún tipo de acción condenable? La Liga acude allí y la erradica, siguiendo la máxima de «el fin justifica los medios».
El apartado gráfico es lo que quizás más flojea, pero no por malo, sino porque el apartado narrativo está a un nivel tan alto que es complicado que una amalgama de diferentes dibujantes pueda ponerse de acuerdo para proporcionar un estilo de calidad y constante al mismo tiempo. Es lo que tiene que la publicación de este cómic en USA sea semanal, y muchos son los que se preguntan qué pasaría si el cómic fuese quincenal o semanal y tuviese un dibujante fijo de nivel.
Finaliza pues esta primera temporada (de momento hay cuatro más) con un Superman al borde de la dominación mundial y una resistencia bastante mermada, que sobre el papel no sería capaz de hacer frente al Hombre de Acero ni en un millón de años. Cómo continuará la historia es algo que nos deja en ascuas sin ni siquiera darnos cuenta, preguntándonos si Taylor conseguirá mantener el nivel de una de las publicaciones sorpresa de los últimos años en el seno de DC Comics gracias a su enorme calidad y su frescura.