[Reseña] Gotham Central Nº 3

Gotham Central Nº 3

Gotham Central Nº 3, nuevo tomo de uno de los grandes aciertos de la editorial ECC Ediciones, que es recuperar esta fenomenal serie de DC Comics para que aquellos que no la hemos leído la disfrutemos de una vez por todas, y los que ya la han leído la puedan colocar en sus estanterías en un formato de lo más apetecible.

Como muchos de vosotros, soy fan de Ed Brubaker. Lo soy por muchos de sus trabajos, y lo soy por este. Sus guiones creados junto a Greg Rucka no solo son soberbios, sino que te sumergen en una historia donde prácticamente te olvidas de que es un cómic, y pareces estar viviendo una auténtica película policial.

Entre ambos guionistas continúan hilando fino para excavar entre los entresijos personales de los diferentes detectives que pueblan el departamento de crímenes mayores de la policía de Gotham. Poco a poco, las vidas personales de esta gente han ido ganando en interés de una forma tal que es en torno a lo que gira todo el tomo. Ya no queremos saber si detienen a este villano o al otro, o si resuelven el misterioso crimen de turno, sino cómo se desarrolla la vida personal de los protagonistas, cómo resuelven sus problemas, cómo superan sus miedos o cómo se enfrentan a las dificultades.

A esto hay que sumar la corrupción policial, la corrupción política y la corrupción callejera, proporcionando una vez más un genial retrato de lo que todos tenemos en la cabeza que es Gotham. Ninguno se salva, e incluso los que parecen buena gente al final siempre esconden algún trapo sucio en lo más profundo de su alma.

Si bien en este tomo destacan una guerra de bandas y ciertos acontecimientos que hacen que el nuevo comisario cambie la actitud hacia Batman, que pasa de ser un colaborador a ser el enemigo público número 1 y que provoca división de opiniones en el seno del departamento, lo que personalmente me ha llamado la atención es la historia de la Detective Renée Montoya con su padre, que viene ya de atrás propiciada por la revelación de su orientación sexual en el primer tomo. En ella, además somos testigos de lo vulnerables que son unos simples policías ante las locuras de los villanos más depravados. Y lo son físicamente, como en el caso de la transformación por accidente de uno de ellos en un poderoso monstruo, y mentalmente, como vemos con la manipulación a la que son sometidos Allen y Montoya por el Doctor Alquimia.

No me quiero olvidar tampoco del arco protagonizado por Catwoman, que se convierte en principal sospechosa de un crimen que no cometió y al que rodean conspiraciones políticas y de la alta sociedad fruto de la corrupción, la codicia y el poder. Para limpiar su nombre, la antiheroína decide colaborar con la encargada de resolver el caso, una mujer que odia a los tipos enmascarados y con poderes a pesar de albergar un oscuro secreto.

En los dibujos, Michael Lark vuelve a destacar por su calidad y por su saber estar ante la potente propuesta narrativa. Su estilo crudo y oscuro beneficia a la ambientación, entrando en una conjunción visual perfecta con lo que se está contando, y dándole volumen hasta sumergir al lector de una forma mucho más sencilla de lo que sería contando solo con palabras. Y es que, más allá de la espectacularidad, los fuegos artificiales, el hiper realismo o la acción, el buen dibujante tiene que, por encima de todo, saber transmitir lo que se quiere contar.

Con esto y un bizcocho, ya solo nos queda un tomo para terminar la reedición, y no puedo estar más ansioso no solo por conocer el desenlace, si es que lo tiene y no queda abierto, sino por seguir leyendo una de las mejores series que he leído en mucho tiempo.