Dejando fuera el tomo intermedio de DC Un Millón al tratarse de un crossover de la época, voy a reseñar del tirón los cuatro tomos de la serie Grandes Autores de Liga de la Justicia: Grant Morrison – JLA publicados por ECC Ediciones, analizando en líneas generales lo que supuso esta etapa del guionista al frente del buque insignia de DC Comics.
La base de esta etapa son los héroes. Parece una afirmación absurda cuando lo que tenemos entre manos son cómics de superhéroes, pero tiene su explicación. Viajemos al pasado y situémonos en una época en la que venimos de una moda en la que la oscuridad lo inundaba todo. El realismo y lo terrenal, al igual que sucede actualmente en el ámbito del cine de superhéroes, se habían convertido en el estándar gracias al éxito de obras como Watchmen o El Regreso del Caballero Oscuro. Lo malo es que, como siempre ocurre con todo, ese estándar llegó tan hasta el extremo que muchos empezaron a pedir a gritos un cambio.
Ese cambio llegó de la mano de Morrison con una nueva colección de la Liga de la Justicia donde no solo asistíamos a un equipo formado por miembros atípicos, sino también a una nueva forma de plantear sus historias que recuperaba el espíritu positivo y aventurero de antaño.
Pero junto al cambio de espíritu llegó también el cambio en la forma, el fondo y el alcance de las aventuras y las amenazas a las que se enfrentaban los miembros de la Liga de la Justicia. Diciendo adiós al “vigilantismo” callejero y recuperando la gloria de la Edad de Plata, la colección comenzó a inundarse de peligros extraterrestres, dioses de otras eras, civilizaciones perdidas, viajes en el tiempo y “fines del mundo”.
Partiendo de esta base, Morrison convirtió estos cómics en una especie de serial donde cada capítulo se repetía de forma cíclica, aunque con un escenario diferente y, en la mayoría de los casos, actores diferentes (salvo por los miembros principales de la Liga). Cada amenaza era aún más poderosa y siempre suponía el fin del mundo, el universo, la existencia o lo que fuera, y tan solo una serie de actos desesperados con una base lógica o pseudo-científica conseguían derrotarla. Muchas veces, ni siquiera había terminado un peligro cuando el otro ya asomaba la cabeza, creando una sensación de urgencia muy latente y dejando poco descanso al lector.
Con todo esto sobre la mesa, un servidor ya tiene todos los argumentos necesarios para decir que, si bien en general nos encontramos ante un material entretenido, su densidad y complejidad lo convierten en repelente. No fueron pocas las veces en las que surgieron sensaciones de incertidumbre, incomprensión o simplemente confusión, ya que Morrison tiene a crear aquí bucles de acciones de difícil comprensión rodeadas de un lenguaje demasiado técnico como para saber siquiera si es inventado o científicamente posible. Vamos, que te pierdes entre tantas ganas de convertir todo en algo más grande que la vida misma.
Por contra, el nivel de acción es tal que, como dije anteriormente, no hay lugar para el descanso. Cada personaje tiene su momento varias veces, te llames Superman, Batman, Flash o Zauriel, y eso es de agradecer. Bien es cierto que la gran mayoría de los personajes funcionan bastante bien en manos del guionista, algunos incluso sorprendentemente bien como la Cazadora, a la que probablemente ninguno habríamos incluido nunca en el grupo. Sin embargo, hay ciertos personajes en concreto con los que Morrison parece congeniar especialmente, y estos son detalles que se van quedando en la retina del lector para ir captando elementos positivos que le lleven a seguir querer leyendo.
Algunos podrán ser fans, y otros detractores, pero la época fue la que fue, y desde luego la Liga de la Justicia de Morrison es uno de los mayores exponentes del cómic de aquel entonces. Es cierto que no son historias que hayan envejecido excesivamente bien, ya sea por sus planteamientos, su forma de narrar los eventos o su ambición inocente, pero si las mantenemos dentro de su contexto y las tratamos sin tapujos, su lectura debería ser recomendada.